jueves, 21 de marzo de 2013

LOS DUEÑOS DEL MUNDO

 
"Llenan el firmamento de estrellas y de arena la playa"

El mundo es quizás de los perdedores,
de los que olvidan el tren cuando pasa por su lado
pues dulcemente se han quedado dormidos.
Mientras en el frío mosaico de la vida yacen sus cuerpos


entre la Tierra y el Cielo subyacen sus espíritus
y en el Reino de los Sueños sobreviven
a la vorágine indolente de los rieles de hierro,
de las sirenas aullantes con grandes ojos flamígeos
avanzando sin descanso repitiéndose en el paisaje
olvidándose del tiempo siempre lejos y distantes
del comienzo y fin de las cosas queridas.

El paraíso perdido en las brumas que despide el dragón
tragador de cuerpos de carbón y espíritus de gasóleo
aparece cuando no hay objetivos ni promesas futuristas
ni elevadas cimas por conquistar.
Abiertos en los espacios vacíos de memoria al calor
del astro revividor y al aliento de quien ya perdió
estación tras estación, muchos viajes.
Su trayecto es tan corto que las distancias
tan solo se conservan como espejismos.
Es allí donde todavía resuenan las palabras,
donde los silencios significan tanto o más que los discursos,
donde el cardo no encuentra un hueco para crecer
ya que de inmediato es abortado por cuchillos afilados
de aroma de narciso, dulcísimo fluído de amor a la rosa.

Cuando la mirada deviene en puerta abierta al universo
infinito del otro y no entorpece el movimiento de la Vida.
Es entonces.
Las imágenes repetidas en concéntricos espejos desaparecen.
Un lugar protegido a cobijo de cometas y estrellas fugaces.
¡Un útero donde empezar de nuevo!
Sin diálogos prepotentes ni frases amenazantes, creciendo
al ritmo cíclico y siempre elíptico de la órbita
del sentimiento emocionante.
Las figuras de porcelana se han convertido en ágiles
y diminutas damiselas que van contextualizando nuevas formas,
diseños, tejidos, algo completamente nuevo surgido del
Pensamiento.

El mundo quizás no es de los ganadores,
de los que siempre circulan al ritmo de los brazos indicadores
de la ruta.
Trajes azules y guantes blancos.
De los que nunca llegan tarde aunque hayan pisado
montones de chispas sentidas.
Olvidan que no encontrarán jamás lo que buscan si siempre,
hundidos en su armadura impiden que el frío
fresco y vivificador de las gotas de lluvia llegue a su piel,
mortecina de no acariciar al viento.
Ignoran lo que es estar frente a la espuma del Mar y
descubrir figuras, mensajes y deseos a través de sus
movimientos aparentes sin sentido.

Todo lo que para ellos es ineficaz es la llave
que perdieron hace un tiempo y no encuentran porque no están
llamando a la puerta correcta.
están chocando contra un muro y cada vez más su contorno
les envuelve a medida que se hunden en él.
Llega un día en que ya no existe camino de retorno
a las dunas del Desierto.
Sus imágenes han quedado en-car-ce-la-das y sufren con su propio eco.

Es allí fuera dónde quienes nada perseguían lo tienen todo,
tiempo y espacio, lugares ocultos al descubridor de desviados.
Indiferentes a los regidores del Destino Universal.
¡Perdidos en su propio Mundo! ¡El verdadero!
Ellos son los inmortales dueños que lo destruyen y reconstruyen a su manera.
No existen luces lineales marcadores de caminos dónde moverse,
no hay señales pues no es preciso ir a ninguna parte.
¡Ya han llegado!
Disfrutan de ello.
Un gran convencimiento inunda sus Mentes.
Lo son Todo, Nada existiría sin ellos.

Al contrario de los que vagan alucinados por la Vida
intentando hallar el Talismán de entre los escombros que
los haga felices, con sus trajes recién planchados.
Son pero no son.
Ríen pero no ríen.
Ven pero no ven.
Un trozo de papel doblado, arrugado, con algo escrito
entre el Mar y la Tierra,
se mueve al vaivén del caprichoso aire.
Carece de notoriedad para ellos.
Si fuera algo importante estaría bien guardado y protegido.
¡Qué craso error!
¡Éste último es un pájaro enjaulado!
¡El otro es el libre!

Copyright Ferran Ausiró García. Marzo 1996.
Prohibida su reproducción y/o difusión por cualquier medio.

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